jueves, 16 de mayo de 2013

Fluir

Ahora sí, en esta nueva entrega y en la segunda de “movimiento creativo” puedo decir con todas sus letras que moví hasta partes del cuerpo que ni siquiera sabía que tenían movilidad. Dimos rienda suelta a nuestros cuerpos para crear una puesta en escena improvisadamente armónica y a la vez caótica, en tal proporción que salió algo bonito.





La clase partió con un calentamiento activando la gran mayoría de los músculos de tu cuerpo, moviéndolos uno por uno, de modo que ya estuvieran preparados para el espectáculo. Costó en un principio, considerando la ajetreada vida de Santiago que tiene tenso a todo el mundo con los metros llenos, inmensos tacos, etc. Súmale el hecho de que ese día me inyectaron la segunda dosis de la vacuna para la Hepatitis B, no me encontraba en las mejores condiciones para moverme pero me “defendía”.


Para realizar la actividad fue necesario dividir al curso en dos grupos, los que querían seguir moviéndose y aquellos que no, a los cuales se les mandó al patio a preparar una representación con máscaras, mientras nosotros (lo más prendidos) nos quedamos en el auditorio dispuestos a realizar la siguiente actividad.

Las reglas del juego eran simples, una pareja se acercaba bailando al ritmo de la música y se quedaban detenidos en el centro del escenario, luego otra pareja procedía a entrar en escena y “despertaba” a la pareja anterior con la cual se ponían a bailar, se detenían nuevamente y salía otra pareja hasta que todos estuvieran en la pista de baile. Este tipo de dinámica me recordó a mis años mozos en que asistía a un grupo de teatro y nos hacían improvisar diversas escenas o expresarnos muchas veces al son de la banda sonora de Amélie. Fue una experiencia muy entretenida y liberadora el dejarte fluir con el ritmo de la música, el sentir la música.
Los del grupo de máscaras volvieron e hicieron una representación un tanto surrealista, pero que trataba sobre el miedo fundamentalmente. Luego de eso fue el turno de nosotros de mostrar nuestra “performance” completamente improvisada y única en su especie, la cual provocó muchas carcajadas en la concurrencia. Siento que ese momento fue la catarsis de la unidad de movimiento, en todas las actividades anteriores la profe nos limitaba indicando los movimientos que teníamos que hacer, pero en ese momento éramos nosotros los creadores.

Y como broche de oro, un tercer grupo de compañeros (los cuales no pudieron o no quisieron participar en toda la clase de movimiento) volvieron con instrumentos musicales. Nos recostamos en el suelo para volver a la calma, cerramos los ojos y nuestros compañeros comenzaron a tocar diferentes sonidos desde distintas partes de la sala, mientras se paseaban entre nosotros. El tiempo se volvió tan relativo en ese instante que no sé cuanto tiempo transcurrió, abstrayéndome de todo, del lugar en donde me encontraba, de mis problemas, tensiones y pensamientos, viajé por mi mundo interior en una onírica travesía de relajación, armonía y paz.

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